cosas que no hice en el 2009 y que posiblemente no haga en el 2010

01. Tatuarme.
02. Aprender a manejar.
03. Idear algo para mejorar el mundo.
04. Viajar a Bocas del Toro.
05. Intentar buscar un balance armónico en mi vida y no morir en el intento.
06. Dejar de ser huraño.
07. Practicar más actividades físicas.
08. Dejar de ser grosero con la gente que se hace la tonta.
09. No malhumorarme tan fácil.
10. Aprender a esperar.
11. Comer mejor y a tiempo (dormir mejor y a tiempo tambien).
12. Aprender a callarme cuando es necesario.
13. Buscar al Señor (sea quien sea este fulano).
14. Adquirir de forma legal una copia del todo nuevo Windows 7 —jódete Bill—.
15. Fabricar un arma letal con una caja de fosforos y dos bandas elásticas.
16. Aprender otro idioma.
17. Participar de forma activa en causas beneficas.
18. Patentar un objeto inservible. Venderlo por TV y hacerme millonario.
19. Aprender 1000 formas diferente de preparar bebidas a base de alcohol.
20. Tomar un curso de fotografía.
21. Viajar a Cuba.
22. Idear una forma de ahorrar tiempo y guardarlo en una alcancía para usarlo en los días en que haga falta.
23. Extrañar a la gente que me extraña.
24. Comprar una bicicleta, de las de verdad no de las estáticas.
25. Aprender a tocar guitarra, bajo, batería, chelo o cualquier otro instrumento musical.

¡Feliz Año 2010!

20 personajes desafortunados

01. La hija de la cocinera.
02. El perro más flaco al que se le pegan las pulgas.
03. El chivo expiatorio.
04. El ciudadano de a pie.
05. Don Nadie.
06. Pelagatos.
07. Cualquiera de los que forman el selecto club de los tres gatos.
08. El que siempre paga el pato.
09. El más salado.
10. El que carga con todo.
11. El que no llora (por eso no mama).
12. El que no tiene perro quien le ladre.
13. El árbol sin sombra.
14. Aquel que va como oveja para el matadero.
15. El último eslabón de la cadena.
16. Pablo Pueblo.
17. El que va jalando la carreta, mientras los demás van encima.
18. El que llega con una mano adelante y otra atrás.
19. La más boba.
20. El camarón que se duerme.

*Plublicado en el semanario Ellas 25.12.09

del sonambulismo matutino

Todas las mañanas antes que despunte el alba un ejercito de seres somnolientos invade las solitarias calles suburbanas para emprender su éxodo diario y letárjico hacia la ciudad.
Es cosa de todos los dias, saltan de sus camas, se propinan una ducha a medias, se enfundan en sus ropas mal planchadas, empacan los almuerzos y aunque hagan todas esta cosas, sin darse por enterado, siguen dormidos y siguen soñando.
Los puedes ver amontonados en las orillas de las calles o en las paradas de autobuses en espera de un transporte que pocas veces llega a tiempo. Tambien se amontonan dentro de los autobuses —cuando logran capturar uno— algunos sentados otros de pie, cabeceando o meciendose sostenidos de una mano como el péndulo de un viejo reloj; y sé que, aunque intenten disimularlo, todos siguen profundamente dormidos.
En ocasiones algunos cierran los ojos por momentos rindiendose ante su terrible condición, otros para parecer más despiertos abren los ojos como platos y hablan sin parar —como lo haría cualquiera en un mal sueño—, hablan más que todo de política, de la economía doméstica y de como cada día el salario les alcanza para menos, hablan de la telenovela colombiana o de la colombiana que no precisamente aparece en la telenovela, hablan del reality de todos los miércoles por la noche y de como les cambiaría la vida si ganasen la lotería dominical.
Otros, por su lado, hasta conducen su propio auto o discuten como niños y lo crean o no les aseguro que siguen dormidos. Pero, aún así, andan con torpeza por las calles en grupos de 20, 50 o 100 antes que el sol reviente sobre los cristales de los rascacielos de esta enferma urbe, se tropiezan unos contra otros, hombro con hombro se maldicen, se ofenden, ofrecen disculpas, suspiran, piensan en sexo casual y en ocho horas eternas y mal pagadas de jornada laboral.
Puede que suene falso todo lo que les digo pero es la pura verdad —y puedo probarlo si así lo piden—, esta es la gente de mi ciudad, aquellos que caminan dormidos todas las mañanas, aquellos que sueñan con un día despertar.

pliz inser comerchal jier (iii)

SOUR '日々の音色 (Hibi no neiro)'



Mi dominio del idioma japonés es ridículamente básico, pero aunque no entienda nada este video me sigue gustando ^_^.

iC. en 25 cosas al azar

  1. En un país donde todos le van al Barcelona o al Real Madrid yo le voy al Valencia.
  2. Toda mi vida fuí tímido, en ocasiones hasta me temblaba la voz al hablar con un desconocido. Después aprendí a fingir que no era tímido y todo anduvo mejor.
  3. Poco después de graduarme de la universidad trabajé por dos semanas como editor de fotos para sitios de adultos, tambien se le conoce como editor de pornografía.
  4. Tengo una cicatriz en la ceja izquierda que me hice al propinarme un estrellón contra una silla cuando tenía cuatro años. Me agarraron cinco puntos de sutura más una inyección contra el tétano.
  5. No tengo planes para el futuro, no se que haré mañana, no se que haré la semana proxima, ni dentro de seis años.
  6. Mi primera experiencia en un Slam Dance fue por puro accidente, sin darme cuenta quedé atrapado en la multitud y era unirme o morir en el sitio. En ese momento tocaba la banda 2 Huevos 1 Camino una canción llamada Verdugo.
  7. Le temo a las agujas, a la gente ignorante por negligencia, a los aviones que caen sin control, a los perezosos y a la gente egoista.
  8. Alguien una vez me dijo: «Tu problema es que eres demasiado honesto».
  9. Mi grupo de música favorito es Radiohead, aunque tengo que confesar que si los tuviera en frente solo reconocería a Thom Yorke.
  10. En la escuela secundaria siempre fui ese del que todos querian copiarse.
  11. A veces siento que hablo de más, y eso que no hablo mucho.
  12. De niño me gustaba jugar con fósforos. Cada vez que tenía dinero iba a la tienda y compraba una caja.
  13. A mis 16 ya me había mudado más de veinte veces.
  14. Nunca he viajado más allá de las fronteras de mi país.
  15. Siempre quise ser artista, pintor, dibujante, que se yo... ahora estoy seguro que debí seguir con ese único sueño.
  16. Fui criado por mi madre, mis dos hermanas mayores y un televisor.
  17. La última vez que entre en una iglesia (por voluntad propia) fue hace dos años para la boda de un amigo. Esa noche, despues de catorce años de no entrar en una, sentí que debían amarrar a los santos.
  18. Me molesta cuando la gente hace ruidos inecesarios, cuando ocupan más espacio del que deberían ocupar, cuando silban, cuando usan el celular como radio, cuando tocan la bocina del auto, cuando caminan lento, cuando... mejor dicho, me molesta la gente en general.
  19. No veo televisión, ni escucho radio. Todo lo que necesito lo encuentro en el internet.
  20. Soy un pirata, y por ley, los piratas somos más sexys que los ninjas.
  21. No acepto que me digan «Tienes que hacerlo» sin una explicación que sustente el porque debo hacerlo.
  22. Hay dias en los que quisiera tener un lanzallamas, a esos dias les llamo «Día de Intolerancia Crónica».
  23. No llevo reloj conmigo pero me gusta ser puntual, pocas veces llego tarde y es por eso que no me gusta esperar.
  24. A mis 20 años empecé a frecuentar conciertos de Rock n' Roll con bandas locales. Pasaba horas saltando y gritando en medio de un tumulto anónimo, en aquel tiempo era la única forma que podía sentirme vivo.
  25. Veinticinco cosas son demasiadas cosas cuando lo piensas bien.

¿vamos?

— Que buena canción ¿Cierto?
— Si, es buena.
— Hace mucho que no la escuchaba me trae gratos recuerdos, pero son cosas que no quisiera recordar ahora.
— Si... eso suele pasar.
— ¿Y que haces acá?
— ¿Dónde?
— Acá, sentado como si te doliera algo. No te hagas el tonto.
— Sufrir, supongo. Esta noche soy victima de las malas circunstancias y la verdad preferiría estar en otra parte. Un lugar menos perturbador.
— ...
— Hoy me han invitado a jugar billar, beber unas cervezas y pasar un buen rato entre amigos. Pero, quien me invitó obvió un ligero detalle... ha invitado a mi ex sin decirme. No se que estaría pensando cuando lo hizo, la cosa es que cuando me di cuenta ya estabamos metidos todos en el carro como una famila feliz, pretendiendo agradarnos unos a otros.
— Oh, ya entiendo. Los amigos suelen hacer ese tipo de cosas, creen saber como uno se siente.
— ¿Amigos?

Nunca he sido de las personas que se abrén de esa forma a un desconocido, menos a una extraña, pero la situación ya era extraã y sentía la urgencia de vomitar todo aquello, desembarazarme de mis incomodidades y lo estaba haciendo bastante bien.
Ella soltó una carcajada a mi interrogante sobre los amigos y de paso me arrebató la caja de cigarrillos que tenía en la mano. No recuerdo que haya pedido permiso, ya no eramos extraños... si compartiamos los cigarrillo no eramos más extraños.

— Bueno, como quieras llamarlos. Yo creo que estamos en la misma situación, estamos en un lugar donde no queremos estar ¿entiendes?. Mi hermana menor me a traído acá dizque para desempolvarme un poco, para como dice ella respirar un poco de aire fresco. Pero se ha traído al baboso de su novio, un tipo que no soporto, el cree que porque tiene dinero eso lo hace un espécimen especialmente deseable y apetecible. Pobre tonto,—sentenció mientras encendía el cigarrillo que sin vergüenza alguna me había robado— en fin, en el reino del señor hay de todo hasta idiotas que creen vivir agarrados de los sacos escrotales de todos los santos.

Despues de aquello nos dejamos rodear por un silencio. No uno de esos silencios incomodos, más bien, un silencio agradable con sonrisas tontas en los rostros de ambos. Las cosas ya no estaban tan mal.

— Entonces... ¿qué hacemos? —dijo ella.
— No sé... talvez, salir corriendo sin decir nada.
— Umm... no está mal la idea, y si le ponemos un poco de dramatísmo a la cosa nos saldrá como de comedia romántica. Nos salimos de acá y vamos a otro lugar. Hasta puedo dejar que me hables de cosas dulces, de amor, de nubes rosas y arco iris coloridos que aterrizan en una pradera repleta de flores parlantes. Tu sabes, cosas de esas que emboban a las chicas incautas.
— ¿Eeeh?... ¿amor y flores parlantes?, esa clase de cosas no se me da muy bien hablarlas, de eso no se mucho quizas es por eso que no engancho a ninguna de esas incautas. Si te parece, puedo hablarte de ovnis y dinosaurios, de política exterior y cosas por estilo.
— ¿Ovnis y dinosaurios?... creo que puedo sobrevivir a eso.
— ¿Entonces qué?... ¿vamos?
— Vamos.

¿quién escribió el Quijote?

Un inspector del Ministerio de Educación en visita oficial llega a una escuela secundaria, saluda a la maestra y a los estudiantes, dice su nombre y explica que está allí para ver cómo anda la educación de los muchachos; la maestra, no muy contenta, se queja de no haber recibido aviso previo sobre la inspección.
«Prescisamente, maestra, la inspección es sorpresiva por orden del señor ministro. Y ahora, a ver, tú—dice señalando a unos de los estudiante— ¿quién escribió El Quijote?».
El muchacho se levanta de la banca y tartamudeando, por el susto, contesta: « Yo no fuí». El inspector se vuelve a la maestra y le dice: «¿Usted oyó lo que dijo, que el no escribió El Quijote?».
La maestra, muy seria, responde: «Pues mire, señor inspector, el joven es uno de mis mejores estudiantes; si dice que él no fue quien escribió El Quijote, creame que no lo hizo; pongo las manos en el fuego por él.»
El inspector va a la oficina del director de la escuela y procede a contarle al director la respuesta del estudiante y de la maestra. El director, después de escuchar el relato dice: «La maestra es una maestra abnegada y dedica a los muchachos; si ella le cree al estudiante, es porque ella sabe, con seguridad, que él no tuve nada que ver con el libro de ese señor El Quijote y eso, ni lo dude.»
El inspector se va a dar una vuelta por el pueblo y decide visitar al corregidor, a quien le cuenta lo del libro El Quijote; el corregidor, escucha con atención y al terminar el inspector el relato, llama al policía que está en la entrada de la oficina: «Cabo González, quiero que averigüe si alguien en este pueblo tiene algo que ver con el libro de un tal Quijote; y si encuentra al que lo hizo, me lo trae inmediatamente porque le voy a dar su merecido; esas cosas no se toleran en este pueblo. Váyase tranquilo, inspector, que esto se aclara hoy mismo».
Un par de dias después el inspector le cuenta de cabo a rabo, al ministro, todo lo acontecido en la gira. El ministro le pregunta: «¿Me está diciendo, inspector, que nadie pudo decirle quién escribió El Quijote?». «Asi como lo oye, señor ministro, nadie me pudo decir y todo fué tal como se lo acabo de contar». El ministro se lleva la mano a la cabeza y reclama indignado: «! Ay, Ricardo Miró, cómo es posible que no sepan que fuiste tú!»

Fragmento de publicación del diario La Prensa por Berna Calvit, lunes 22 de junio de 2009.

oración matutina

Gracias por este despertar, por este nuevo dia en que me das la gracia de la vida. Dame fortaleza para pasar cualquier dificultad en este dia, gracias por mi trabajo, por los alimentos que tendre la fortuna de consumir. Gracias por todas las cosas hermosas que tendras para mi adelante por que se que eres justo y bueno.
Gracias por George W. Bush, gracias por las masacres en Darfur y Somalia, gracias por Irak, Palestina y la puta Franja de Gaza, gracias por las telenovelas, gracias por el uranio enriquecido, gracias por el maíz, las papas y las vacas transgenicas, gracias por la pornografía infantil, gracias por tener siempre cerca un McDonalds que le da trabajo a mucha gente a cambio de un sueldo miserable, gracias por Guantanamo, gracias por el Tercer Mundo, así tengo siempre presente que existe un Primer Mundo aunque nadie sepa donde está el Segundo, gracias por la gripe aviaria, la encefalopatía espongiforme bovina, y el AH1N1, gracias por Wall Street, el capitalismo, el comunismo y los índices DAX, gracias por los campos de cultivos de coca y amapola en tierras expropiadas a campesinos, gracias por el petróleo, gracias por la matanza de ballenas con fines científicos, gracias por la Torres Gemelas, gracias por Calvin Klein, Giorgio Armani y Dolce Gabbana, gracias por la Coca-Cola Light, la Pepsi Light, el café descafeinado, los edulcorantes y los cigarrillos sin nicotina, gracias por las fajas abdominales, el viagra, el valium y el prozac, gracias por Don Francisco y Sabado Gigante, gracias por las mascarillas de pepino y aguacate, gracias por la silicona, el botox y las inyeccines de colageno, gracias por los psicoanalistas, gracias por David Bisbal y Operación Triunfo, gracias por Paris Hilton, Puff Daddy, Jean-Claude Van Damme, Hanna Montana, la Aguilera y la Spears.

Amén.

cuando las cosas se olvidan

Despierta pasada las cinco de la mañana, se asoma a la ventana, mira al cielo y piensa: «... hoy no lloverá», sacudiendo la cabeza de un lado a otro. Es la rutina o eso el cree, y a pesar de llevar más de dos años esperando no sabe porque lo sigue haciendo.
Hoy regresa a la cama con una pesadez inusual como quien marcha en el funeral del último pariente vivo, se recuesta un poco y entre los chirridos del viejo colchón se le escapa un suspiro lastimero por aquellas cosas que ha olvidado. Y es que desde que dejó de llover siente que no es el mismo aunque no podría asegurar si siempre ha sido así. Tal vez es esa monotonía que nace de no hacer nada la que ha hecho que se olvide hasta de el mismo.
Al menos eso es lo que siente... siente que con las lluvias se han ido todas aquellas cosas que siempre ha amado, o que cree haber amado porque de eso no le queda certeza.
Hace poco pensaba que ha olvidado como cocer miel. Recuerda la caña de azucar bañada de sol en un atardecer violaceo y naranja, recuerda sabores y texturas azucaras, pero si alguien le pidiera que hiciese un poco tendría que confesar que no recuerda como hacerla, reconocería que tiene un trapiche para moler y un fogón debajo de un ruinoso rancho, pero no recuerda si en el pasado le han servido de algo.

Esto no es lo único que ha olvidado, tambien ha olvidado donde esta el ganado que pastaba en sus tierras y los naranjos que alguna vez perfumaron su huerta, porque entre tanto árbol seco y maleza es imposible saber si alguna vez estuvieron allí. Recuerda la quebrada que corría detras de su casa, ahora hecha un surco polvoriento, recuerda sus hijos chapotenado en ella, recuerda sus nombres pero no sus caras, tambien ha olvidado a donde se han ido o cuando lo hicieron.
Germán es todo lo que es ésta tierra, y sin ella seguro el tambien ha dejado de ser.
Es una muerte lenta e indolora, y aunque cada día espere a que vuelva a llover tambien ha olvidado para que espera. Se quiebra como el suelo que pisa, se despedaza poco a poco y con cada pedazo se le va drenando un poco más la vida.
Es un espectro que vaga en una casa vieja y sin recuerdos, en medio de una tierra donde el cielo ha olvidado como hacer llover.

el nuevo comisario del pueblo

Atraviesa la puerta abatible del único bar del pueblo, un hoyo de sabandijas y prostitutas asquerosas, con paso decidido e inalterable cruza entre las mesas y las miradas atónitas de la no tan distinguida clientela.
Clinch, clinch, clinch, resuenan las espuelas en el talón de las sucias botas de cuero. Sube a la barra del bar apoyandose en un taburete y al tiempo que tira tres cervezas caliente y un whisky apoya sus manos en la cintura haciendo más notable el Schofield que lleva pegado al cinturón.

La multitud rompe en murmullos y el forastero dice «Por favor, les pido silencio», de entre el gentió emerge una voz que contesta la petición «¿Y quien coñ...». La voz es interrumpida por la detonación de una bala en el tambor del revolver del extraño y Francisco Quien cae de espaldas con humo brotando del recien inaugurado orificio en su frente y palabras a medio terminar en su lengua ahora muerta.
El extraño enfunda el revolver que nadie vió salir y alzando la voz dice «Yo soy el nuevo comisario del pueblo, ahora... por favor les pido silencio.»

de cosas perdidas

Alguna vez escuché al pasar que cada tres mudanzas equivalen a un incendio, algunos creen que lo dijo Napoleón otros que es autoría de los ingleses... indiferentemente de quien lo haya inventado estaba en lo cierto.

Hace como un mes se me informó que tenía que desalojar mi apartamento porque el edificio donde vivía lo iban a demoler, para construir un centro comercial... o un parqueadero, que se yo.
Con este aviso me ví forzado a buscar un lugar nuevo donde vivir, y como es de esperarse tenía que buscar alguien que mudara todas mis cosas.
Como no tengo amigos en esta ciudad, busqué en el directorio telefónico alguna compañía que se dedicara a estos menesteres. Me tomó como cinco minutos en decidirme por una, hice varias llamadas previas... y al final dí con una que parecía la más adecuada, tenían un bonito logo y la niña que me atendío fue de lo más amable y dulce. Error número 01.

Pasé por sus oficinas para firmar el contrato por los servicios y de paso para echar una mirada a las instalaciones, la flota de camiones, el personal, etcetera, etcetera. Me presentaron el contrato y de inmediato lo firme, no me tomé el tiempo de leerlo por completo y sólo verifiqué que toda la información estuviese en orden. Error número 02.

De vuelta a mi apartamento, corrijo, a mi antiguo apartamento compré varias cajas de cartón y unos rollos de cinta adhesiva para empacar las cosas pequeñas y de mayor valor. Ya entrada la noche había terminado de empacar todo, eran veinticinco cajas, todas etiquedas e inventariadas de forma muy cuidadosa.
A la mañana siguiente iniciaría el exodo a lo que sería mi nueva casa. Dejé las llaves con el concerje del edificio para que las entregara a los señores de la compañia de mudanzas e hicieran todo el trasteo. Lamentablemente yo no estaría presente, a pesar de haber pedido el permiso para ausentarme aquel día, el permiso nunca me lo concedieron. Me tocó confiar en la aparente buena reputación de la compañia y entregarles mi vida en esas veinticinco cajas. Error número 03, y talvez el más fatal.

A las doce mediodía recibo la llamada de uno de los empleados encargados de la mudanza y me informa que han terminado con todo, y que las llaves se las han entregado al concerje del nuevo edificio.
He de confezar que estaba muy ansioso por llegar a mi nuevo apartanamento, desempacar y ver que tal me acomodaba. Pero tuve que esperar hasta salir del trabajo.
A las cuatro y treinta de la tarde llegué al apartamento y encontré todo muy bien ordenado, el mobiliario estaba en buen estado... algunos rayones pero nada de que alarmarse. Conté las cajas y estaban las veinticinco, todas completas y etiquetadas. Por un momento pensé «Que buen trabajo, no tenía por que preocuparme tanto». Esto despues lo lamentaría.

Ya más tranquilo, enciendo un cigarrillo... mi primer cigarrillo en mi nuevo apartamento. Tomo la libreta donde he listado el contenido de cada caja y empiezo la árdua tarea.
Tomo la primera caja donde empaque mi confianza y las segundas chances, para mi sorpresa está vacia. De un sentón pruebo por primera vez el frío y duro piso del apartamento... y en un intento fallido de no caer en la desesperación, abro la segunda caja.
En esta había empacado el respeto y la paciencia, miro de reojo en el interior y tambien está vacia. «¿Ahora que hago? —me pregunto— esto debe ser un error... un terrible error». Como si no fuera suficiente el castigo abro la tercera caja.
Acá había empacado el amor, el cariño y la amistad... vacía tambien.

Tomo el celular y llamo a la compañia, me contesta la misma niña amable y dulce. Le informo de mi situación y con esa empalagosa dulzura me dice: «Señor, en el contrato que usted firmó existe una claúsula que deja muy claro que nosotros no nos hacemos responsables de las pérdidas que ocurran durante la mudanza... gracias y que tenga buena tarde...».
No puede ser que esto esté ocurriendo... bajo las escaleras tan rápido me lo permiten mis piernas para buscar la copia del contrato que está en mi auto. Leo el contrato y efectivamente en la letra pequeña, en la más pequeña, existe la claúsula. Ahora si estoy perdido.
Miro hacia arriba, tercera ventana a la izquierda del quinto piso... allí está mi nuevo apartamento... vacío, más vacio de lo que puedo imaginar.

la calavera de un alemán

Dos de espadas, rey de diamantes, reina de trebol... de esa forma transcurría el día Bergen, sentado tras el mostrador de su gasolinera, volteando cartas como buscando una respuesta a una pregunta que ni el mismo conocía.
En una ocasión me contó mi padre de que Bergen, al que todos llamabamos el alemán, había llegado al pueblo en el año 62 poco antes de que Kenedy propusiera el proyecto de Ley de los Derechos Civiles, convirtiendose el en uno de los miembros más activos en la lucha contra la NAACP y otras células pro-derecho de los negros. Este sutíl detalle le había hecho merecer el aprecio incondicional de una buena parte de los lugareños, quienes se consideraban fieles militantes de una lucha que estaba perdida.
No estoy seguro de que fuera alemán, de hecho, no creo que alguien tenga esa certeza. Es posible que solo le llamaran así porque "Berger" sonaba batante alemán, como "Stuttgart" o "Volkswagen".

Berger no era un tipo sociable, hablaba muy poco —lo mínimo diría yo—, solo se molestaba en dar los buenos dias, las gracias y por favor, por lo menos era amable el tipo.
Lo único comparable a su pobre elocuencia era su forma de vestir, siempre iba ataviado con pantalones de mezclilla gastados y camisas de franela a cuadros, hasta me atrevería a apostar a que esos gastados pantalones eran los únicos que colgaban en su armario.
En las tardes, pasadas las seis y despues de cerrar la gasolinera, se sentaba en una vieja silla mecedora en la terraza frontal de su casa, encendía una pipa y se dedicaba a contemplar las pocas almas que atravesaran el bulevar central.
A veces podías verlo sonreír entre el humo del tabaco, y esa sonrisa era más frecuente cuando miraba el anillo plateado que llevaba en su mano izquierda donde, por cierto, le faltaba un dedo.
Jamás conocí a alguien capaz de sumergirse tanto en sus propios pensamientos como lo hacía el alemán cuando miraba aquel anillo adornado con una calavera atravesada por dos huesos. Era como ver a un niño montado en una de esas ruedas mecánicas que llegan a pueblos como este cada dos años.

Ayer asistí al sepelio del viejo Berger, no había mucha gente, todos aquellos que fueron sus compañeros de lucha durante los sesenta ya están bastante tiesos bajo tierra.
Y por primera vez vi al alemán vestido diferente, esta vez estaba muy elegante, llevaba un traje de tres piezas y una hermosa corbata, y por supuesto en su mano izquierda su inseparable calavera. Vista con más detalle parece uno de esos anillos que usan esos adolecentes de pelo largo y que visten de negro y botas militares, pero no creo que sea una pieza tan barata.
Hasta me vi tentado por un momento en arrancarlo de su dedo, pero que hubiesen pensado de haberlo hecho... uno no debe molestar a los muertos y menos por sus pertenencia, por aquellas pocas que pueden llevarse.
Creo que el misterio del anillo morirá con el... ahora que lo recuerdo, una vez le pregunté que significaba, pero Berger prefirió no contestar... solo bajó la mirada y continuó voltendo sus cartas... Jack de corazónes, tres de diamantes, As de diamantes...

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Nota del autor: una calavera atravesada por dos huesos era una insignia utilizada por la división Totenkopf de la Schutzstaffel (SS), quienes eran la guardía personal de Adolf Hitler y quienes tambien llegaron a manejar por largo tiempo los campos de concentración y exterminio.

rotkäppchen

Érase una vez, una niña que no había visto a su madre durante siete años.
Ella había sido forzada a vestir con una armadura y le habían dicho: Cuando te saques esa armadura, puedes volver con tu madre.
La niña la raspaba contra las paredes tratando desesperadamente de sacársela.
Cuando finalmente lo logró tomó algo de leche y pan, así como un poco de queso y mantequilla... y partió a ver a su madre.

En el bosque, encontró un lobo que le preguntó que traía.
Leche y pan... y un poco de queso y mantequilla, le contestó.
Cuando el lobo pidió que le diera un poco la niña le dijo que no, que era un regalo para su madre.
Entonces el lobo le preguntó si iba a tomar el camino de los Alfileres o el de las Agujas.
Cuando la niña le dijo que iba a tomar el de los Alfileres el lobo atravesó el camino de las Agujas y devoró a la madre de la niña.

Finalmente, la niña llegó a la casa de su madre.
¡Madre, ábreme!, decía.
Empuja la puerta, no está cerrada, contestó el lobo.
Pero la puerta seguía cerrada.
Así que la niña entró a través de un hueco en la casa.

Madre, tengo mucha hambre, dijo la niña.
Hay algo de carne en la alacena, respondió el lobo. Era la carne de su madre, asesinada por el lobo.
Entonces, un gran gato saltó sobre la alacena y dijo: Es la carne de tu madre lo que estás comiendo.
Madre... hay un gato sobre la alacena y dice que me estoy comiendo tu carne, dijo extrañada la niña.
Eso es mentira, puedes creerme. Lánzale un zapato a ese gato, respondió el lobo.

Después de haber comido la carne, la niña tuvo sed.
Madre, tengo sed, dijo.
Bebe el vino que está en la jarra, repuso el lobo.
Entonces ella bebió. Y un pájaro llegó volando y se paró sobre la chimenea.
Es la sangre de tu madre lo que estás bebiendo, dijo el pajaro. Estás bebiendo la sangre de tu madre, volvió a afirmar.
Madre, hay un pájaro sobre la chimenea y dice que bebí tu sangre, dijo la niña esta vez un poco asustada.
Lánzale tu capucha, contestó el lobo desde el fondo de la habitación.

Después de haber comido la carne y bebido la sangre la niña volteo a ver a su madre y le dijo: Madre, tengo sueño.
A lo que el lobo contestó: Ven aquí y descansa un poco.
La niña se desvistió y se acercó a la cama donde yacía su madre en una posición extraña, con la cara cubierta por una capucha.
— Madre... que orejas tan grandes tienes —dijo.
— Son para oírte mejor, hija mía.
— Madre... que ojos tan grandes tienes.
— Son para verte mejor, hija mía.
— Madre... que garras tan grandes tienes.
— Son para agarrarte mejor, hija mía.
— Madre... que dientes tan grandes tienes.

Extraído de Jin-Rô: La Brigada de los Lobos, con algunos ligeros cambios.

*******
El resto de la historia todos la conocen, el lobo se devora a caperucita y tienen siete lobitos que luego se disfrazan de enanos para contrabandear diamantes que extraen de una mina en la República Democrática del Congo. Esto lo hicieron hasta que cayó el gobierno dictatorial de Joseph-Désiré Mobutu y fueron exiliados del país.
Para ese entonces ya eran millonarios, así que se establecieron en el mismo bosque encantado donde su padre conoció a su madre y donde posteriormente conocieron a una jovencita que se hacía llamar Blanca Nieves... pero ese es otro cuento.

Isabel

He perdido la cuenta de los dias desde la última vez que vine a este lugar y ahora no sabría decir porque dejé de hacerlo, quizas porque empezaste a pasar más tiempo en mi apartamento, quizas porque empezaste a pasar mas tiempo haciendo "otras cosas".
No sabía que has vuelto a fumar, no sabía que tienes un gato al que llamaste Fred, que en el portal has plantado un pequeño jardín con margaritas y que has pintado tu alcoba de azul... yo pensé que detestabas el azul.

Hay suficiente comida en la nevera, no hay cuentas por pagar bajo la puerta, no parece faltar nada, ropa o zapatos, inclusive tu maleta de viaje está muy bien guardada en el armario.
En momentos como este recitarías ese extraño poema que robaste de una película, ese que habla de escalar la Torre Sears y de colocar trozos de carne de venado en los carriles vacios de una autopista abandonada. Nunca entendiste de que trataba, tampoco yo lo entendía pero parecía siempre darte las respuestas correctas.
Quisiera porder recordarlo para poder encontrarle respuestas a todo, saber en que momento dejaste de hablar o en que momento dejé yo de escuchar.

Fué gracioso cuando llamaste para decir que habías perdido el tren... pero no lo fué tanto al enterarme que no era cierto, cuando al llamar a casa de tu madre me dijeran que nunca estuviste allá.
No se que estará sucediendo, que es aquello que se columpia dentro de tu cabeza seduciendo tus ideas, drogando tus pensamientos. Se me ocurren muchas cosas pero ninguna me explica nada, ninguna que no resulte en una loca historia montada sobre el más subrealista y grotesco de los escenario.
Y yo que pensé que detestabas el azul... pensandolo bien no se mucho de tí, de lo contrario no estaría sentado aquí esperando por tí, estaría corriendo tras de tí donde fuese que quisieras ir.
No estaría sentado aquí, esperando a que suene el teléfono con este deseo que sea alguien que me diga que estás bien, con este deseo que seas tú para decirme que estás atascada en un embotellamiento y que llegaras a casa en treinta minutos, que ya no tengo que esperar más.
Ha sido un largo día el de hoy Isabel, y serán más largos los que están por venir.