de cosas perdidas

Alguna vez escuché al pasar que cada tres mudanzas equivalen a un incendio, algunos creen que lo dijo Napoleón otros que es autoría de los ingleses... indiferentemente de quien lo haya inventado estaba en lo cierto.

Hace como un mes se me informó que tenía que desalojar mi apartamento porque el edificio donde vivía lo iban a demoler, para construir un centro comercial... o un parqueadero, que se yo.
Con este aviso me ví forzado a buscar un lugar nuevo donde vivir, y como es de esperarse tenía que buscar alguien que mudara todas mis cosas.
Como no tengo amigos en esta ciudad, busqué en el directorio telefónico alguna compañía que se dedicara a estos menesteres. Me tomó como cinco minutos en decidirme por una, hice varias llamadas previas... y al final dí con una que parecía la más adecuada, tenían un bonito logo y la niña que me atendío fue de lo más amable y dulce. Error número 01.

Pasé por sus oficinas para firmar el contrato por los servicios y de paso para echar una mirada a las instalaciones, la flota de camiones, el personal, etcetera, etcetera. Me presentaron el contrato y de inmediato lo firme, no me tomé el tiempo de leerlo por completo y sólo verifiqué que toda la información estuviese en orden. Error número 02.

De vuelta a mi apartamento, corrijo, a mi antiguo apartamento compré varias cajas de cartón y unos rollos de cinta adhesiva para empacar las cosas pequeñas y de mayor valor. Ya entrada la noche había terminado de empacar todo, eran veinticinco cajas, todas etiquedas e inventariadas de forma muy cuidadosa.
A la mañana siguiente iniciaría el exodo a lo que sería mi nueva casa. Dejé las llaves con el concerje del edificio para que las entregara a los señores de la compañia de mudanzas e hicieran todo el trasteo. Lamentablemente yo no estaría presente, a pesar de haber pedido el permiso para ausentarme aquel día, el permiso nunca me lo concedieron. Me tocó confiar en la aparente buena reputación de la compañia y entregarles mi vida en esas veinticinco cajas. Error número 03, y talvez el más fatal.

A las doce mediodía recibo la llamada de uno de los empleados encargados de la mudanza y me informa que han terminado con todo, y que las llaves se las han entregado al concerje del nuevo edificio.
He de confezar que estaba muy ansioso por llegar a mi nuevo apartanamento, desempacar y ver que tal me acomodaba. Pero tuve que esperar hasta salir del trabajo.
A las cuatro y treinta de la tarde llegué al apartamento y encontré todo muy bien ordenado, el mobiliario estaba en buen estado... algunos rayones pero nada de que alarmarse. Conté las cajas y estaban las veinticinco, todas completas y etiquetadas. Por un momento pensé «Que buen trabajo, no tenía por que preocuparme tanto». Esto despues lo lamentaría.

Ya más tranquilo, enciendo un cigarrillo... mi primer cigarrillo en mi nuevo apartamento. Tomo la libreta donde he listado el contenido de cada caja y empiezo la árdua tarea.
Tomo la primera caja donde empaque mi confianza y las segundas chances, para mi sorpresa está vacia. De un sentón pruebo por primera vez el frío y duro piso del apartamento... y en un intento fallido de no caer en la desesperación, abro la segunda caja.
En esta había empacado el respeto y la paciencia, miro de reojo en el interior y tambien está vacia. «¿Ahora que hago? —me pregunto— esto debe ser un error... un terrible error». Como si no fuera suficiente el castigo abro la tercera caja.
Acá había empacado el amor, el cariño y la amistad... vacía tambien.

Tomo el celular y llamo a la compañia, me contesta la misma niña amable y dulce. Le informo de mi situación y con esa empalagosa dulzura me dice: «Señor, en el contrato que usted firmó existe una claúsula que deja muy claro que nosotros no nos hacemos responsables de las pérdidas que ocurran durante la mudanza... gracias y que tenga buena tarde...».
No puede ser que esto esté ocurriendo... bajo las escaleras tan rápido me lo permiten mis piernas para buscar la copia del contrato que está en mi auto. Leo el contrato y efectivamente en la letra pequeña, en la más pequeña, existe la claúsula. Ahora si estoy perdido.
Miro hacia arriba, tercera ventana a la izquierda del quinto piso... allí está mi nuevo apartamento... vacío, más vacio de lo que puedo imaginar.

1 comentarios:

  • Anónimo

    En sí me costó un poco percatarme de que es un cuento un poco triste, ¿no?.

    Está muy bueno, pero intenta recuperar el amor, la amistad, y las otras 25 cajas, sino espera a que me reciba de abogángster y demandamos a los malditos, bwahahahaha.

    PD: Toy viendo el link a mi blog y se te coló un http ahí :(

    )))Salutes(((

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