rotkäppchen

Érase una vez, una niña que no había visto a su madre durante siete años.
Ella había sido forzada a vestir con una armadura y le habían dicho: Cuando te saques esa armadura, puedes volver con tu madre.
La niña la raspaba contra las paredes tratando desesperadamente de sacársela.
Cuando finalmente lo logró tomó algo de leche y pan, así como un poco de queso y mantequilla... y partió a ver a su madre.

En el bosque, encontró un lobo que le preguntó que traía.
Leche y pan... y un poco de queso y mantequilla, le contestó.
Cuando el lobo pidió que le diera un poco la niña le dijo que no, que era un regalo para su madre.
Entonces el lobo le preguntó si iba a tomar el camino de los Alfileres o el de las Agujas.
Cuando la niña le dijo que iba a tomar el de los Alfileres el lobo atravesó el camino de las Agujas y devoró a la madre de la niña.

Finalmente, la niña llegó a la casa de su madre.
¡Madre, ábreme!, decía.
Empuja la puerta, no está cerrada, contestó el lobo.
Pero la puerta seguía cerrada.
Así que la niña entró a través de un hueco en la casa.

Madre, tengo mucha hambre, dijo la niña.
Hay algo de carne en la alacena, respondió el lobo. Era la carne de su madre, asesinada por el lobo.
Entonces, un gran gato saltó sobre la alacena y dijo: Es la carne de tu madre lo que estás comiendo.
Madre... hay un gato sobre la alacena y dice que me estoy comiendo tu carne, dijo extrañada la niña.
Eso es mentira, puedes creerme. Lánzale un zapato a ese gato, respondió el lobo.

Después de haber comido la carne, la niña tuvo sed.
Madre, tengo sed, dijo.
Bebe el vino que está en la jarra, repuso el lobo.
Entonces ella bebió. Y un pájaro llegó volando y se paró sobre la chimenea.
Es la sangre de tu madre lo que estás bebiendo, dijo el pajaro. Estás bebiendo la sangre de tu madre, volvió a afirmar.
Madre, hay un pájaro sobre la chimenea y dice que bebí tu sangre, dijo la niña esta vez un poco asustada.
Lánzale tu capucha, contestó el lobo desde el fondo de la habitación.

Después de haber comido la carne y bebido la sangre la niña volteo a ver a su madre y le dijo: Madre, tengo sueño.
A lo que el lobo contestó: Ven aquí y descansa un poco.
La niña se desvistió y se acercó a la cama donde yacía su madre en una posición extraña, con la cara cubierta por una capucha.
— Madre... que orejas tan grandes tienes —dijo.
— Son para oírte mejor, hija mía.
— Madre... que ojos tan grandes tienes.
— Son para verte mejor, hija mía.
— Madre... que garras tan grandes tienes.
— Son para agarrarte mejor, hija mía.
— Madre... que dientes tan grandes tienes.

Extraído de Jin-Rô: La Brigada de los Lobos, con algunos ligeros cambios.

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El resto de la historia todos la conocen, el lobo se devora a caperucita y tienen siete lobitos que luego se disfrazan de enanos para contrabandear diamantes que extraen de una mina en la República Democrática del Congo. Esto lo hicieron hasta que cayó el gobierno dictatorial de Joseph-Désiré Mobutu y fueron exiliados del país.
Para ese entonces ya eran millonarios, así que se establecieron en el mismo bosque encantado donde su padre conoció a su madre y donde posteriormente conocieron a una jovencita que se hacía llamar Blanca Nieves... pero ese es otro cuento.

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