Todos necesitamos creer en algo

¿Crees en la astrología?... ¿no?. Hmmm... pues, deberias. Podría salvarte la vida alguna vez...

Aún lo recuerdo como si fuese ayer, eran tiempos difíciles en la Ciudad del Tesoro, inclusive para mi un Yakuza con un futuro promisorio dentro de la organización. Y no era fácil como ahora, había que habrirse paso entre tanta escoria y tanto buitre oportunista, no tienes idea de lo que era. Aquí te encontrabas con los problemas en cualquier esquina y si no te mataban hoy, seguro lo hacían mañana.
Recuerdo muy bien el día que me encomendaron visitar al Gordo Harry, era un tipo de estos con muy mala fama... fama que se había ganado a pulso destrozando cabezas en los callejones oscuros. Yo era apenas un novato y me cagaba del miedo tener que visitarlo, pero negocios eran negocios y en la Ciudad del Tesoro las deudas se pagan con o sin dinero.

Eran las once de la mañana cuando me detuve frente a su pequeño local, una casa de empeños que usaba como fachada para su negocio de tráfico de drogas.
Toqué el timbre y unos segundos después sonó el chirrido que indicaba que podía pasar, empujé la puerta y casí de inmediato comenzó a tintenear un pequeño espanta espíritus colgado del dintel. Era gracioso porque Harry no era japones, ni siquiera era asiatico, era un gringo que había desertado del ejercito durante la guerra de Vietnam y había llegado hasta aquí para buscar fortuna. No le había ido mal, pero todo hombre tiene una debilidad y la de Harry era el mahjong y las putas de la Calle 53.

Cuando cruzabas el umbral de la puerta entrabas a un estrecho espacio que mediría un metro de ancho por dos de largo, lo suficiente como para no sentirte enclaustrado. Del resto del local te separaba una división hecha de barras de acero y malla expandida con hoyos en forma de exagonos por donde podias mirar lo que había en el resto del lugar.
Por todos lados habían apilados aparatos eléctricos, televisores, radios, armas de fuego, hasta logre ver una nevera en el fondo del local y justo de frente estaba el Gordo Harry. Era de apariencia realmente desagradable, quizás la cosa más desagradable que haya visto en mi vida, estaba sentado detras de un mostrador y repartía los doscientos kilos de su humanidad sobre un pequeño taburete sin respaldar. En ese momento no pude evitar sonreír, pensé que no existía una silla descente donde encajar su enorme trasero y por eso prefería penar con ese pequeño taburete clavado en el culo.
Sobre el mostrador a su mano derecha, muy cerca y a su alcance, había una Glock 18 en color negro y plata, algunos papeles que parecían facturas y un teléfono con un solo hueco en el dial. Era extraño nunca había visto un teléfono de un solo número pero Harry tenía uno.
A su mano izquierda había un paquete de gatellas con chispas de chocolate a medio comer y un pequeño ventilador que posiblemente funcionaba mal porque sobre su cara corrian chorros de grasoso sudor que le empapaban la camisa naranja con estampado de flores hawaianas.
Ese era Harry, el Gordo Harry... con su mirada impávida que se perdía en la nada. Te juro que si no fuese porque estaba mascando unas de las galletas recien sacadas del paquete hubiese creído que estaba muerto. Era una imagen perturbadora, ¿quien se sienta a esperar la muerte con un paquete de galletas?. Sabes, a veces Harry se aparece en mis sueños vestido con camisa hawaiana, con el taburete clavado en culo, un paquete de galletas y las manos llenas de migajas.

¿De verdad, no crees en la astrología?...

Ese día el calor era insoportable y afuera se hacia más intenso con cada minuto, al punto de la desesperación.
¿Has tenido esa sensasión de ahogarte cuando hace mucho calor?. Si... bueno, ese día yo tenía esa sensación angustiosa y no quería perder mucho tiempo finiquitando aquel negocio, así que me dí prisa. Quería regresar temprano a casa, darme una ducha y quizas beber unas cervezas frente al televisor... creo que el Gordo Harry tambien pensaba lo mismo, quería irse temprano a casa.
Me hacerqué al mostrador y para serte honesto me aterraba la idea de que en algún momento Harry hundiera uno de sus gordos dedos en el único hueco del dial del teléfono y lo hiciese girar. A donde sea que marcara ese único número me causaba más terror que la Glock.
Pero Harry nunca reaccionó, solo volteó hacia mi y preguntó:
—¿Crees en la astrología? —seguía con la misma calma, la misma serenidad como suspendido dentro de un tubo lleno agua casi sin respirar— ¿uuhhh... qué si crees en la astrología? —repitió mientras tomaba otras de las galletas del paquete.
—Yo no creo en nada —le contesté, lo cierto es que no sabía que hacer. Harry me estaba deshaciendo con su calma.
—En nada ¿eh?... al menos deberías creer en algo. Todos necesitamos creer en algo.

Fué lo último que salió de la boca de Harry antes de regarle los sesos sobre la pantalla de un televisor. Harry sabía para que estaba allí aquel día, lo sabía muy bien.

Deberías creer en algo... todos necesitamos creer en algo...

3 comentarios:

  • Anónimo

    Ummm que memorias, de personas sin sombras que viven en una caja de historias de multiples colores.


    Despues de todo si creias en algo, creias en la muerte...

    (el tipo de la historia uno de los multiples tus...)

    Saludos y un guiño de mafiosa!

    Etereal

  • YosoyineS

    Hace tiempo que no leía un buen cuento de Yakuzas!!!.

    Creo que el tipo, más que en la astrología, creía en las consecuencias de sus actos :P

    Salutes,

    (PD: Creo que no te faltaron más cosas para moderar comentarios, entre la verificación visual y la moderación, juassss)

    (PPD: Desde hoy que no me deja comentar con mi OpenID, capaz me cerraron el blog y no me di cuenta, jajajajaja)

  • iC.

    jejeje no sabía que la verificación visual se podía desactivar, lo acabo de revisar... la verdad es que esos capchas son medio molestos.
    Si no mal recuerdo para para usar el OpenID debes estar logeada en wordpress, de lo contrario no funciona.

    Lo de los Yakuzas y «¿Crees en la astrología?» me lo robé de una película animada japonesa que se titúla Tekkon Kinkreet ^_^. Fué un buen fondo para la historia del gordo.

    -saludos

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